Hace algunos años ví una película alemana que comenzaba con la imagen de una mujer sentada en una silla, sobre un fondo blanco, fumaba un cigarro. Luego de dos bocanadas de tabaco dijo: "Me llamo fulana y tengo 30…y tu sabes, a los 30 es más fácil que te caiga una bomba a que te caiga un hombre”.
Aunque en su momento no le di mayor importancia, ahora lo entiendo en todo su dramatismo. Llegué a los 30 y me encontré rodeado de más de media docena de “treintonas” que nomás no agarran nada. No crea usted amable lector que se trata de mujeres feas. Por el contrario, hablo de mujeres guapas, profesionistas, exitosas, talentosas, algunas con posgrado, otras que ya alcanzaron una solvencia económica considerable, de buena familia, etc., todas las características que a simple vista las hacen el mejor partido y que no obstante, no bastan para conseguirles un novio, no se diga un esposo.
Escucho que corean casi al unísono “ya no hay hombres”, o “los hombres que valen la pena ya se casaron con escuinclas bobas de 20”, “los hombres no quieren comprometerse, solo les gusta jugar, acostón y ya, nada de compromiso” y cosas así. Pareciera pues que la culpa de su soltería es enteramente nuestra, cuestión que me agobió por un tiempo hasta que decidí profundizar en el origen de semejante calamidad.
De mi reflexión concluí que en realidad, la culpa está en ellas, pues la mujer (en general) tiende a ser muy contradictoria a lo largo de su vida. Me refiero a lo siguiente: Noté que cuando las mujeres son pre-adolescentes y adolescentes, su escala de valores respecto al sexo opuesto se inclina a favor de los niños más grandes, más guapos, populares, deportistas, novieros, gandallas, rebeldes y así. Ninguna se fija (por Dios!) en el estudioso, respetuoso o buen hijo. Esas son “noñerías”, “nerdeses”, que flojera! Si bien esta actitud comienza desde finales de la primaria, se acrecenta en la secundaria y se exacerba en la preparatoria.
Así transcurren los años de juventud y mientras los llamados “nerds” (por estudiosos, responsables, repetuosos, buenos hijos, etc.) van de descalabro en descalabro, pues no les hacen caso ni las moscas, los otros van de novia en novia, muy populares, mucha fiesta. Las niñas por supuesto, suspiran por el galán de moda y si acaso platican con un nerd para cuestiones que no pasan de prestar un cuaderno o pedir un favor.
Luego llega la universidad. Allí los populares, además de los antecitados (aunque ya para entonces han bajado sus bonos) son por supuesto los de 4° o 5° año. Y que sueño más glorioso enamorarse de un egresado que trabaje y les proponga matrimonio! Los compañeros de banca…de esos ni hablar: pobretones, ignorantes, nacos, feos, gordos, flacos, insípidos.
Bien, cuando terminan la carrera (y junto con ella parece también haber terminado su hermoso y largo cabello, su coquetería, su ánimo fiestero y en mucho su autoestima —sobre todo si se fue alumna de Cárdenas—) les parece que es tiempo de buscar, ahora si un novio serio y no un niño (nótese que aquí por niño entienden a sus ídolos de juventud). Los hombres a su vez, que fueron menospreciados hasta el cansancio por sus compañeras, seguramente se titularon y trabajan ya en algún despacho en donde las, siempre puestas y dispuestas, secretarias los ven guapos, inteligentes, simpáticos, ricos, deseables (casi igual que…las de primer año de la carrera). La conclusión es casi obvia.
A pesar de lo evidente de este superficial análisis, es una realidad que hay mujeres de 30 que no se explican por qué razón no pueden conseguir pareja. Lo más curioso es escucharlas decir que “no hay hombres que valgan la pena”. A pregunta expresa sobre qué entienden por “hombre valioso” dicen: “pues uno que sea caballeroso, trabajador, hogareño, ahorrador…ya sabes, lo normal”. Bien les digo, pues esos “hombres valiosos” de hoy fueron los “nerds” indeseables del pasado. Son los mismos (porque el ser humano es un animal de costumbres) a los que despreciaste toda tu vida o la mayor parte de ella. ¿Qué esperabas?, ¿Qué siguieran deseándote igual que en primero de secundaria?...Si son nerds, no estúpidos.
Y más risa me provoca cuando dicen: “es que los hombres que todavía quedan solteros son unos patanes”…osea, ahora lo que amaron dejó de tener atractivo y claro, quienes se dedicaron en cuerpo y alma al desmadre difícilmente lograron algo en la vida (fuera de alcoholismo, enfermedades venéreas y eso si, mucha fiesta). Creo que la contradicción está muy clara. Yo opté por decirles: “no te hagas fulanita, esos son los que te gustan, así los has buscado siempre ¿a poco no?”.
Continuará.