Sobre los metrosexuales
Hará cosa de un año o dos que escuché por primera vez el término “metrosexual”. Sin entenderlo del todo bien pensé que se refería exclusivamente a hombres que gustaban del buen vestir, buen comer y sobre todo, buen aparentar, nada más. En un principio no dudaba de la hombría de este nuevo tipo de caballeros tan dados al narcisismo, hasta que caí en cuenta de lo siguiente:
Por lo general, la mujer se fascina ante la inteligencia y el poder del varón, y por el contrario, éstos se espantan de las mujeres inteligentes y exitosas. La tendencia femenina a enamorarse del líder carismático les permite a éstos gozar de harenes, donde las mujeres se le someten hasta la servidumbre y aceptan las infidelidades del héroe (véase caso Beckham). Nada de esto ocurre en el varón, al que jamás se le ocurre enamorarse de mujeres tipo Golda Meir, Margaret Thatcher o Indira Gandhi. La mujer ama la inteligencia (aunque también el éxito y el poder) en el hombre, pero los varones suelen congelarse ante el talento femenino. (Eso explica que por ejemplo, hombres muy feos, pero muy exitosos —como los raperos, deportistas en general, líderes sindicales, etc. — gocen de la compañía y el favor de mujeres muy, pero muy hermosas, aunque éstas no tengan nada de exitosas ni de inteligentes, y ayuda también a explicar porque mujeres treintonas no agarran novio a pesar de su éxito intelectual y económico).
La mujer está dotada de mayor carga de autoerotismo cuando se excita ante el espejo con la belleza de su propio cuerpo, y encuentra placer en decorarlo con peinados, depilaciones, cosméticos, perfume, alhajas, vestido y calzado. En el varón esta forma de autoerotismo es menor, y el macho tradicional raramente se mira al espejo, no usa cosméticos y no pierde el tiempo en ponerse atildado. Sin embargo, los metrosexuales procuran a toda costa la belleza de su cuerpo, y no dudan en gastar lo que sea necesario por tener el peinado de moda, la ropa de ocasión, el perfume, calzado y accesorio, en fin, lucir perfectos en una palabra.
Así las cosas, la conducta del metrosexual corresponde más a patrones de identificación femenina que masculina, y no sólo porque el hombre deba rechazar forzosamente la buena apariencia, sino porque al procurar su propia belleza y perfección estética, no es a las mujeres a quienes va a atraer (pues como ya se vio la mujer se erotiza con la inteligencia, el éxito y el poder) sino…a otros hombres, quienes preferentemente buscan la belleza como elemento esencial de atracción. Quizá en el fondo ese sea el deseo oculto de todo metrosexual. Quien sabe.
Por lo general, la mujer se fascina ante la inteligencia y el poder del varón, y por el contrario, éstos se espantan de las mujeres inteligentes y exitosas. La tendencia femenina a enamorarse del líder carismático les permite a éstos gozar de harenes, donde las mujeres se le someten hasta la servidumbre y aceptan las infidelidades del héroe (véase caso Beckham). Nada de esto ocurre en el varón, al que jamás se le ocurre enamorarse de mujeres tipo Golda Meir, Margaret Thatcher o Indira Gandhi. La mujer ama la inteligencia (aunque también el éxito y el poder) en el hombre, pero los varones suelen congelarse ante el talento femenino. (Eso explica que por ejemplo, hombres muy feos, pero muy exitosos —como los raperos, deportistas en general, líderes sindicales, etc. — gocen de la compañía y el favor de mujeres muy, pero muy hermosas, aunque éstas no tengan nada de exitosas ni de inteligentes, y ayuda también a explicar porque mujeres treintonas no agarran novio a pesar de su éxito intelectual y económico).
La mujer está dotada de mayor carga de autoerotismo cuando se excita ante el espejo con la belleza de su propio cuerpo, y encuentra placer en decorarlo con peinados, depilaciones, cosméticos, perfume, alhajas, vestido y calzado. En el varón esta forma de autoerotismo es menor, y el macho tradicional raramente se mira al espejo, no usa cosméticos y no pierde el tiempo en ponerse atildado. Sin embargo, los metrosexuales procuran a toda costa la belleza de su cuerpo, y no dudan en gastar lo que sea necesario por tener el peinado de moda, la ropa de ocasión, el perfume, calzado y accesorio, en fin, lucir perfectos en una palabra.
Así las cosas, la conducta del metrosexual corresponde más a patrones de identificación femenina que masculina, y no sólo porque el hombre deba rechazar forzosamente la buena apariencia, sino porque al procurar su propia belleza y perfección estética, no es a las mujeres a quienes va a atraer (pues como ya se vio la mujer se erotiza con la inteligencia, el éxito y el poder) sino…a otros hombres, quienes preferentemente buscan la belleza como elemento esencial de atracción. Quizá en el fondo ese sea el deseo oculto de todo metrosexual. Quien sabe.
4 Comments:
Yo tengo una duda: Si besas a una mujer... o te tiras a una mujer ¿También besas o te tiras a todas? creo que se tipificarían algunos delitos contra la libertad sexual pero además y más terrible aún... ¡¿También a todos los metrosexuales?!
Imagínate cuánta dicha y cuántos celos se generarían de ser como tu dices. Lo malo es que, desde luego, los metrosexuales también estarían muy apuntados. Que asco.
Duda...
Hoy en día en muchas universidades se ve a mujeres que tratan de tener todos los medios posibles para que el día de mañana tengan una vida llena de éxito y poder (cosa q como tu dices, es atractiva en el hombre) pero acaso ellas saben que al hombre esto le incomoda y a ella la hace menos atractiva? acaso estamos llegando a una sociedad en la que las mujeres prefieren estar llenas de comodidades pero estando solas? o acaso los papeles se cambiaran y el día de mañana el hombre cuidará a los niños y esperará a que su esposa llege para atenderla o acaso simplemente somos una sociedad machista que se hace cada vez mas fuerte.
Luis Pablo
No creo que a las mujeres que nos gusta aprender y superarnos sea por hambre de poder, simplemente es aprovechar lo que nos rodea, pues este mundo tiene infinidad de eseñanzas; aunque estamos conscientes que a la mayoría de los hombres les incomoda, no podemos renunciar al derecho que tenemos de aprender, así como tampoco renunciamos a encontrar a alguien que nos acepte tal cual. Yo como profesionista no pretendo competir, ni tengo hambre de poder, yo sueño con que esto sea cíclico porque sólo espero no sea demasiado tarde para algún día tener una verdadera familia y no tendría problema en renunciar a la vida laboral porque ya tuve el gusto de experimentar (claro que siempre y cuando la economía lo permita). Simplemente no quize ser de esas mujeres que se casan jóvenes y mañana se lamentan por la obligación del matrimonio e hijos y porque no se pudieron según ellas realizar!!! Que irónico no?.
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